15 de junio de 2010

Cualquier día de 2012 o 10 o incluso antes.

06:00 Suena el despertador. Me duele la cabeza, hace mucho que perdí la costumbre de los 5 minutos más. Choco con mi pareja en el baño y nos intercambiamos unos gruñidos. Voy corriendo a la cocina a preparar las neveras con la comida. Una para mi pareja y otra para mí, el niño gracias que come en la guardería. Mi marido entra a trabajar a las 7, así que sale corriendo, con la nevera a medio cerrar. “Te he puesto la ensalada separa…”- plaff cierra la puerta – “…da”. No he podido terminar mi frase.

07:00 Voy al cuarto del niño. Duerme con esa cara de ángel, que me hace sentir culpable cada mañana, por hacerle madrugar. Antes mi madre no trabajaba por lo menos podía dormir tranquilo, cuando congelaron las pensiones, tuvo que ponerse a trabajar y decidimos llevar al niño a la guardería. La madre de mi pareja cuida en su casa, a sus padres, a su suegro, y los abuelos de mí cuñada, como era la única que tenía “sitio” nos ha montado un geriátrico familiar y arrejuntando las pensiones de todos pueden vivir. No es humano cargarla con una criatura de año y medio trasteando. No soy capaz de despertar al niño, otra vez tendré que vestirlo dormido, apenas consigo que abra los ojos para tomarse la leche.

08:00 He conseguido fichar a tiempo, como el niño estaba dormido no ha protestado cuando lo he dejado en la guardería. Me siento en la mesa, me duelen los gemelos se nota que el niño crece, cada vez me cuesta mas llevarlo en la bici. Miro el correo, hoy tampoco hay nadie interesado en comprar nuestro coche, tampoco los culpo, entre el precio a que va el combustible y que saldan los coches nuevos que todavía usan derivados del petróleo. ¿Quien va a quererlo? Los coches eléctricos son artículos de lujo, nunca creí que llegara a usar tanto la bici. Faltan 2 compañeras. Me cuentan que una esta en el medico por una irritación cutánea debida a la falta de exposición solar y la otra ha sido despedida. Su hijo enfermaba a menudo y al ser divorciada, faltaba a su trabajo. Dicen que ha vuelto con su marido, aunque no se hablan ni se soportan, pero a ella no la contrataran siendo madre sola y él al no poder cumplir el régimen de visitas debido a su trabajo teme perder la custodia compartida de su hijo.

11:00 Saco a escondidas un bocadillo de la nevera, voy dando mordiscos y escondiéndolo en el cajón. El jefe no quiere que traigamos comida de casa. Dice que para eso hay una maquinita de snacks en cada planta. Si miramos en los cajones de todos lo trabajadores están repletos de comida. Me sigue crujiendo el estomago, voy al baño y me como a escondidas una manzana. Se me hace eterna la mañana.

14:00 Paramos para comer, como hace bueno salimos a los jardines del polígono, aquello parece un camping lleno de neveras y gente comiendo por doquier. Pienso en la comida de mi madre, esa comida calentita y rica, hasta el domingo no tocará. Aprovecho para ver la webcam de la guardería y ver como juega mi niño en mi pda. También hago el pedido al súper que recogeré al volver de trabajar. Entre compañeros hacemos bromas a un compañero que se va a casar por conveniencia, para poder hacer frente a la hipoteca, no es el primero que conozco. En la agenda salta la alarma, mañana es el cumpleaños de mi marido. No se me ocurre que regalarle que pueda disfrutar. Lo llamo con la disculpa de si necesita algo del súper para encargarlo, y preguntárselo disimuladamente. A penas me hace caso, tiene que entrar a fichar. Cuelgo y siento que vivo con un desconocido.

15:00 Volvemos a trabajar, el teléfono me taladra los oídos y el zumbido de las maquinas me marea. A lo largo de la tarde vuelvo a comer a escondidas, para intentar engañar al cansancio. Hoy tenemos inspección de trabajo, el gobierno se ha empeñado en hacer estas inspecciones continuamente en todo tipo de empresas aunque sean oficinas, debido al gran aumento de accidentes laborales y bajas por enfermedad. La verdad es que me siento agotada y pagaría por irme a dormir.

19:30 Me llama mi marido, ya ha recogido al niño en la guardería, el sale a las 19:00. Él lo baña le da de cenar y lo acuesta, mientras yo no llego del trabajo. Siempre me llaman y le doy las buenas noches al crío, murmulla algo como “no te preocupes mama”. Mi marido dice que el niño le ha contado que se despertó por la noche y lloró, y que nosotros no lo oímos. Solo quería agua. Me siento morir, como puede ser que estemos tan agotados que ni lo oigamos. Me refugio en el baño a llorar en soledad. Me siento una mala madre, cuando nos “embarazamos” no pensamos que fuera a ser tan difícil el poder atender al niño. Hace más de un año que mi pareja y yo, hemos perdido todo deseo, nos aterroriza tanto la posibilidad de otro embarazo que no nos fiamos ni de los anticonceptivos, no podemos asumir ni esa mínima posibilidad del 99,99%, sería nuestra ruina. Él siempre esta cansado, dejó de hacer deporte y abandono todas sus aficiones, único día libre de la semana lo dedicamos a estar con su familia y con la mía. Yo levanto al niño y el lo acuesta. Esa es toda nuestra vida familiar.

20:05 Salgo a todo correr del trabajo, paso por el súper y recojo todo. Al llegar se que tendré la cena hecha, pero todavía nos quedaran tareas por hacer. De vuelta me fijo que en mi barrio han desaparecido los gimnasios, los videoclubs, nadie tiene tiempo para ir, la mitad de comercios ya no están, pese a que existe el horario libre y todo abre todos los días, todo lo que se puede lo compramos online y solo vamos a recogerlo, los restaurantes se han reconvertido en puntos de comida para llevar.

21:00 Por fín llego a casa, el niño ya duerme, en un último esfuerzo ponemos lavadoras y preparamos cosas para el día siguiente. Mientras cenamos me cuenta que su compañera de trabajo recoge a su hijo en la misma guardería que el nuestro hoy, al irse, el niño no quería marchar porque decía que “el cole era su casa”. Mi marido trató de consolarla. Tengo un nudo en el estómago, no se si son celos, pero por esta vida, mi marido puede consolar a su compañera y yo tengo que llorar sola el que mi hijo soporte el que no tengamos energías para llevarle un vaso de agua.

23:00 Nos vamos a la cama, estamos tan cansados que apenas nos hemos hablado en la cena. Hoy solo hemos hecho que trabajar y las actividades básicas para la supervivencia, comida e higiene. Así de lunes a sábado. Normalmente caigo muerta hasta la mañana siguiente. Pero hoy no puedo, pienso y pienso. Oigo la respiración fatigosa de mi marido. Nunca imaginé que mi vida sería así, no se lo que es jugar con mi hijo, si come bien, o cual es todo su vocabulario, no se con que sueña mi marido o si todavía me quiere, simplemente convivimos, casi por que nos conviene. Hecho cuentas, hemos conseguido ahorrar este año, pese a que mi marido renunció a una parte de su sueldo al no admitir el tener que viajar en su trabajo. No hemos salido a cenar, al cine; no hemos comprado juguetes al niño, en casa no los usa; no hay clases de gimnasia, de deporte, no hubo viaje de vacaciones, ni combustible ni seguro para el coche ya que no se mueven. Hago cuentas y más cuentas… quizás si, podríamos intentarlo. Me duermo de puro agotamiento.

06:00 Suena el despertador. Me duele la cabeza, hecho de menos mis 5 minutos más. Tiro del brazo de mi marido, impido que de levante. “Cariño… cielo espera”, se gira le brillan los ojos, “¿sabes cuanto hace que no me llamas Cariño?”, sonríe. “¿Tiene todavía tu padre vacía la casa del pueblo?”, me mira sorprendido “Si, ¿Por qué?”, “he hecho cuentas, podemos, de verdad que podemos”. El niño llora, vamos a verlo. Solloza en sueños, mi marido le pone una mano en el pecho he inmediatamente se calma y sigue durmiendo. Me mira y sonríe “se lo debemos, intentémoslo”.

08:00 Lloro, hace mucho que no lo hago con el delante. Hace rato que los dos deberíamos estar trabajando, el niño sigue durmiendo. Hace rato que no decimos nada, solo sonreímos y caen las lágrimas. “Feliz cumpleaños” digo por fin, “es el mejor regalo de cumpleaños que me has hecho”, contesta.

Esto es solo una hipótesis de lo que puede pasar, y no creo que sea de las peores que se nos pueden ocurrir a cualquiera si semejante explotación se lleva a cabo y nos imaginamos un futuro inmediato. No dejemos que se nos coman lo conseguido, no volvamos al siglo XVIII o XVII, por nuestra dignidad, por nuestra salud, por nuestro futuro, por nuestros derechos. Que nadie especule con tu vida.

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