Justicia Sartenera

Comentando con un amigo guardia civil, la posibilidad de que una banda de albano-kosovares entrara en mi casa, el me aconsejaba que aprendiera albanés, les recibiera con un plato de galletas, les diera el dinero y con suerte estarían en la calle en dos meses. Yo por supuesto me revelaba profundamente e insistía en que “las sartenes de mi casa se tomarían la justicia por su mango”, al ver como los hombrecitos verdes de nuestro país se sentían tan desamparados por ver el miedo que les provocan a los ladrones nuestras leyes.
La cuestión es que el otro día dándole la vuelta a una tortilla de patatas, se rompió el mango de la sartén, (dejándome sin mi arma anti-allanadores) y la parte redonda de la misma me cayó de canto en la muñeca, con los consiguientes golpe y quemadura. Tuvimos que comer un delicioso revuelto de patatas, con la mano vendada.
Me preocupa.
Si mi sartén se toma la justicia por su mango, me preocupa desconocer que le he hecho para semejante venganza. Porque aparte del golpe y quemadura, me deja indefensa. Estaba tan quemada que no he podido averiguar sus orígenes, por si fuera esa, alguna de sus razones.
Sigo muy preocupada. Tengo muchísimos cacharros en la cocina, muchos de ellos por duplicado. Cuando la hija prodiga (usease, yo) volvió a casa, se trajo sus cacharros culinarios. Ahora que he emancipado a mis padres y no se han llevado nada, los armarios de cocina están repletos de utensilios que se pueden tomar la justicia por sus mangos. (Cuchillos, tenedores, cazos, sartenes pequeñas, ralladores, peladores, batidoras,… la lista es muy larga).
La justicia es ciega… Tengo miedo.

El colmo del colmo

Hace unos días comenté que había cogido un microcurro. La idea es tener tiempo de buscar el trabajo del siglo, pero ayudarme a sobrevivir con el sueldo de parada.
Aunque sueñe extraño, me dedico a controlar como trabajan los demás, usease mistery shooper, pero no, no voy con gabardina y gafas de sol. Me hago pasar por cliente y luego redacto un informe. Conste que es la propia empresa la que lo pide para controlar a sus trabajadores. Donde trabaja antes, lo hacían.
La 1ª en la frente, me ha tocado visitar casi todas las asociadas a la empresa última en que trabaje. Prometo que he sido imparcial, de verdad de la buena. Es muy divertido ver como en cuanto sonríes y dices que mañana vas a cerrar la venta, empiezan a hacerse los blandos y hacerte descuentos, todos caen.

Pelillos Sobaqueros

Pelillos sobaqueros o como ir a la playa sola y no aburrirse.

En un intervalo de mi trabajo (un intervalo de 5 horas) da tiempo a irse a la playa un buen rato. Prometo que solo buscaba paz y tranquilidad, estaba muerta de cansancio, del atracón de trabajo de estos días.
Creo que a la naturaleza la medida del botijo le pareció insuficiente, sino no me lo explico.
Tumbada tan ricamente en mi toalla, estaba mandando smses, con las piernas al sol y el resto bajo la sombrilla cuando de repente una ráfaga de viento asesina arrancó mi sombrilla de cuajo. Salió volando dando volteretas mortales a toda velocidad. Nunca había visto girar tan rápido una sombrilla. Yo corría detrás como una loca, pero la condenada me llevaba mucha ventaja. La gente gritaba. Cuando por fin, se clavó como una estaca en pecho de vampiro, en una toalla azul. Gracias a Dios vacía. Pedí disculpas a diestro y siniestro, mientras la gente hablaba por lo bajini.
Me giré imaginando el resto de sombrillas tiradas, torcidas o arrancadas como la mía. Pero ni se habían inmutado. Volví a mi toalla tratando de incrustar de nuevo la sombrilla en la arena como si de un martillo neumático se tratara. Miré hacia donde se había clavado la sombrilla. Al lado ví dos caras que me eran familiares… De repente caí en la cuenta de que eran un exjefe y su novia, uno que tubo problemas con la Seguridad Social por tenerme sin contrato… sentí las nauseas ante la visión de la especie de tanga que llevaba.
Deseé transmutarme en arena para que la gente dejara de mirarme.
Al cabo de un rato calculé que la gente ya se habría olvidado de mi incidente. Fuí a mojarme los pies en el agua. Como iba arregladita para después volver a trabajar, no me quité ni las gafas de sol, con la intención de solo mojarme hasta la cintura. Sobre todo ni un agota del cuello para arriba. Que sino llegaría con unos pelos de miedo. Había un poquillo de oleaje así que yo quietecita en la orilla que esta vacía de gente. Todo el mundo en su toalla. Una ola me moja un pie…, otra la rodilla…, otra media pierna… “Huy esta que viene parece que salpicará mucho” pienso. Me pongo de espaldas a la ola para que no me moje la cara. De repente fui golpeada en la parte trasera de las rodillas, justo donde te hacen el jueguecito ese de tirarte y me desequilibré. Después fui engullida por el agua dando vueltas como una croqueta. Luchaba por sujetar las gafas que eran de las buenas. Aparecí sentada en de culo en la arena de espaldas al agua. La gente se reía mucho.
Volví humillada a mi toalla. Cerré la sombrilla para evitar un asesinato y puse una toalla encima para hacer peso. Para olvidarme me puse a escribir. A los 30 segundos, se hizo la sombra y algo me cubrió medio cuerpo y la cabeza. Hice una bola con la toalla que me acababa de caer encima y la tiré lejos con rabia. El de la toalla de detrás de mi se partía…
Yo hundía la cabeza en la toalla para que nadie oyera mis carcajadas.
Por la mañana antes de todo esto, me levante y al estirarme frente al espejo, me escandalicé ante mis axilas. Medio dormida me depilé urgentemente (casi me llevo hasta las cejas) mientras pensaba en la vergüenza de no haberme dado cuenta y que me hubieran visto así en la playa. Ahora creo que nadie hubiera tenido tiempo a fijarse.

La llanera solitaria

Por fin he vuelto, entre el viajecito que no terminaba nunca, el curro en B y el micro-curro nuevo que he cogido y ya os contare, no he pisado mucho por aquí. Eso s,i tengo un montón de hojas sueltas con post y anotaciones para no olvidarme de contar todas las cosas. Así que empiezo ya.
He desaparecido estos días por España adelante. Ha estado muy bien. Cuando salen por televisión, los presentadores de informativos de toda la vida o Ramón García, ver a mi abuela decir que esos son de su pueblo, porque los conoce de hace muchos años ya, es siempre entrañable.He desaparecido estos días por España adelante. Ha estado muy bien. Cuando salen por televisión, los presentadores de informativos de toda la vida o Ramón García, ver a mi abuela decir que esos son de su pueblo, porque los conoce de hace muchos años ya, es siempre entrañable.
Cosas sorprendentes que siempre me suceden; como en cierta cuidad que ni leyendo en el idioma autóctono ni en ingles, que era la otra alternativa, supe que había de menú. No había nada en español por ninguna parte y eso que era una franquicia de bocadillos muy conocida. Menos mal que no soy alérgica a nada comestible, lo más curioso que aun después de probar el bocadillo seguí sin identificar todos los ingredientes. Otra, por ejemplo, una dependienta en una librería, me animó a que preguntara una y otra vez hasta que me contestaran en castellano, “es que alguno se le olvida”, me dijo.
Uno de los muchos sitios por donde que he pasado es Atapuerca. Solo por encima, por llegar tarde solo nos dejaron ver la excavación desde arriba. Muy interesante y sobre muy instructivo pues en mi condición de parada el aprender técnicas de cazar mi propio alimento es muy útil. He visto unas trampas para cazar caballos estupendas, lo que voy a ahorrar en carnicería. Para el pescado con bucear en la playa con la boca abierta creo que quedará resuelto.
Me he comprado un botijo en Burgos para ahorrar energía y colaborar con el medio ambiente.
Pero lo mejor de todo sin duda, ha sido una excursión nocturna a un río de Logroño, con emanaciones de agua caliente subterránea que forma unas balsillas en las que te puedes meter. La afluencia de gente es continua, o eso me contó quien hacía de guía. Por lo visto va gente de día y de noche, aunque nieve, todo el año. El agua este muy caliente donde no se junta con el cauce normal del río con lo que no me parece descabellado. Pero sabiendo que va tanta gente, no hay ni una farola, ni una luz, ni nada. Cuando llegamos a la poza “oficial” estaba llena de gente, y nada mas meter el dedo gordo del pie, me abrasé. No era nada apetecible el baño, contando que durante todo el día, no había bajado el termómetro de los 35º.Tristemente desistimos del baño y dimos un paseo por la orilla oscura, hasta que llegamos a una zona todavía mas negra, si cabe. Allí un grupo de bañistas volvían de unas pozas mas salvajes y por los gritos parecía que mas templadas. Decidimos cruzar, estaban al otro del río, y probar suerte.
Cruzar un río con cantos rodados no es fácil.
Cruzar un río con cantos rodados y con “raneras” es difícil.
Cruzar un río con cantos rodados, “raneras”, de noche cerrada sin luna, es muy difícil.
Mientras venia el grupo de jóvenes, unos 8 o 10, chicas y chicos, nosotros nos enrollábamos las toallas alrededor del cuello para tener movilidad con los brazos. Total, de noche nadie te ve hacer el ridículo.
Mis movimientos eran como los de los astronautas en la luna.Cuando llegó el momento de cruzarnos con el grupo. Mi acompañante me llevaba unas rocas de ventaja y no lo distinguía entre el resto de personas.
Entonces en un alarde de agilidad, resbalé y me caí de culo estrepitosamente. Increíblemente mi trasero fue parar a una roca plana y seca, librándome de un mas que probable empalamiento. Mis pies en el agua, hasta más de las rodillas, la toalla convenientemente enrollada al cuello y seca, las manos con raspones y una de mis chanclas flotando en el agua. Al principio solo se oían croar con más intensidad a los cientos de ranas que parecían reírse de mi. Empecé a reír sin parar. Todos los presentes también de reían. Hasta que uno de los chicos del grupo dijo: “Cuidao, cuidao, que esa risa es de llorar, seguro que ha hecho daño”. A lo que mi amable compañero, que forcejeaba con una chica del otro grupo por intercambiar de posición en la misma roca soltó: “Tranquilos, que no es de las vuestras”. Yo no podía parar de reír.
Así que abandoné la ropa y la toalla a su suerte en una roca grande. Me decidí a cruzar por mis propios medios ya que la ayuda se carcajeaba y no me era nada útil. Alguien a mi espalda decía que por ahí no, que había raneras. Me imaginé que las raneras serían las casas de las ranas y la idea de pisarlas y que saltaran sobre mis pies, no me hacía ninguna gracia. Así que nerviosa empecé a preguntar “¿por donde?, ¿por donde?, ¿que son las raneras?, ¿que son las raneras?”. “Las plantas del agua”, me responden, vaya, yo muerta del asco y eran unas simples algas, además ya las había táctado casi con el trasero hacia poco. Es curioso, aunque a cada paso me abrasaba o me congelaba el pie, no podía hacer movimientos bruscos sino quería partirme la crisma. Hasta que por fin metí los pies en agüita templada.
La sensación es maravillosa agua templada, rocas suaves por las algas, el cielo brillando de estrellas, miles de ranas croando…
Hasta que no aguante mas sin estar quieta y empecé tener demasiado calor. Primero me dio por pensar en voz alta si el agua sería alucinógena con tanta rana dentro, después quise hacer turismo por las rocas y pozas cercanas.
Había otra persona en la misma poza que nosotros. Estaba quieta y silenciosa, flotando en el agua y solo le sobresalía la nariz. Iba con cuidado de no crear oleaje o la ahogaría.
Tanteaba las distintas temperaturas y profundidades de las pocillas cercanas, hasta que llegue a una que parecía más grande medio oculta tras una roca. Estaba muy oscuro, cuando de repente vi que estaba de pie casi pisando unas piernas abiertas con pelotillas flotando. Discretamente me volví por donde había venido, el hombre ni se había inmutado. Cuando volví con mi acompañante, aseguro que nunca más me volvería a sacar de casa.
Otro día haciendo senderismo por el nacimiento de un río de Navarra, una tortura porque esa agua cristalina y azul, con esos peces delgaditos, gritaba “tirate”, “tirate”, pero resulta que estaba prohibido tocar el agua y una voluntario medio ambiental, nos aparecía en cada recodo del sendero. Cuando llegamos al punto accesible mas alto, paramos a comer unos bocadillos. El vigilante nos hizo salir de la orilla del río, “para que no cayera nada al cauce”, dijo. Así que no nos dejó, tirar ni una miguita al agua. Sentí lastima de las truchas, así estaban de flacas, seguro que ellas estarían de acuerdo en que unas miguitas biodegradables les sentarían de maravilla. En total 3500Km. dice el cuenta kilómetros de mi coche. Y la verdad con todo lo que he dormido y lo que he estado pateando, supongo que debo ser sonámbula y doy vueltas a las rotondas con el coche mientras duermo, sino no me lo explico.
En el viaje de vuelta conduciendo yo solita, por las montañas gallegas, solo se oía una emisora de radio, “Radio 5, todo noticias” es muy curiosa. Cada media hora dan las noticias y entre medias, o un minidocumental radiofónico, o alguna canción horterilla o viejísima. Es curioso, como durante 2 horas Contador estaba llegando a la meta para proclamarse vencedor del Tour de Francia y las 2 horas siguientes siempre acababa justo de llegar a la meta. Yo me imaginaba al pobre Contador, como en Oliver y Benji con ese gol de 3 capítulos, pues con una pedalada interminable sobre la línea de meta, bajo una lluvia de gotas de agua mineral. En medio de informativo e informativo, sonó una canción, que llamó mi atención, como siempre en el anonimato sin presentación. Me gustó mucho, subí el volumen no la había oído nunca, y no tenía nada que ver con las músicas que ponen en esa emisora habitualmente. Parecía de cantautor, y hablaba de que lo acababa de dejar la novia. Decía algo así: Ahora soy un llanero solitario, un cowboyperdido en el asfalto de la gran ciudad,con armas de jueguete para dispararahora soy un llanero solitario, un cowboyperdido que perdió las ganas de llorar,soy el más “guápido” de toda,siempre al Oeste de mi soledad...
Trate de memorizar lo máximo posible, para después buscarla. Y lo conseguí. Tras 15 días de búsqueda por Internet, he dado con Luis Ramiro, su canción K.O.boy y su nuevo disco recién nacido. Lastima que por aquí no hay Fnac y ni tiendas de disco presentables. Así que me quedare sin el CD, con gran pesar. Pero no dejo de canturrear la melodía en mi cabeza.
Pero es que yo, aunque no tengo novio al que dejar, conduciendo, me sentía… una llanera solitaria, perdida en el asfalto de la carretera, las mas “guápida” de toda la autopista…