Cuentos y mas cuentos

Acabo de leer en un blog amigo lo siguiente: "La mantis religiosa se aparea con el macho y luego le come la cabeza. Los hombres somos totalmente diferente: Le comemos la cabeza a la hembra para luego aparearnos".

A parte de reírme a carcajadas, me ha recordado un chiste típico: “¿En que se parecen una de 5 y una de 25?, en que a la de 5 la llevas a la cama y le cuentas un cuento; y a la de 25 le cuentas un cuento para llevártela a la cama”.

¿De verdad dejamos las chicas que nos cuenten el cuento, que nos coman la cabeza?
¿Seré sapo en vez de princesa? ¿Seré sorda? O no!!!! ¿seré fácil? No, no, no, ¿será lo que dice caperu, que acojono? ¿Seré la bestia en vez de la bella?

¿Dónde esta mi cuento?, que a mi nadie me contó ninguno. ¡Quiero mi cuento! ¡Quiero mi cuento! ¡Quiero mi cuento!

Supervitaminarse y mineralizarse

Se que tengo cosas pendientes por aqui, no me olvido. Es que se me va la cabeza ( mas de lo habitual), por si nadie se habia dado cuenta todavía. Pero todo tiene una explicación según mi medico. ¿Os acordáis de Super Raton y sus consejos?...

Bueno pues yo no lo hice... Asi que olvido las cosas y pienso que me roban, no puedo concentrarme e hilar 2 frases con sentido y me agota parpadear. Veremos si después del ginseng en vena recupero mis facultades.

Sonrisa Caballar

Hay días como hoy en los que necesito escribir, aunque no se me ocurra nada que contar. Escribir para alejar pensamientos desagradables. Últimamente me cuesta mucho mas de lo habitual el mantenerme alegre y positiva. No se si es algo mío o la machacona insistencia política, televisiva y social de que todo va mal. S

olo tengo ganas de ir a trabajar para tomar cafés y en mi trabajo ya no nos reímos tanto como antes. Pero sobre todo lo que mas siento es cansancio, estoy cansada, muy cansada.

Me acuesto cansada y me levanto cansada. Y esto no puede ser bueno de ninguna forma. Sigo con mi insomnio nocturno y se le ha añadido el despertarme demasiado pronto. Y si algún gracioso piensa que no duermo porque tengo mala conciencia, se equivoca.

A mis cuadros se les da por caerse de madrugada y a mis teléfonos por recibir sms a horas intempestivas. Y me alegro, ya tengo excusa para levantarme y dejar de dar vueltas en la cama, que dejo las sabanas como cuerdas y darlas por la casa. Antes me ponía la tele, con ver un rato de noticias me sentía feliz, privilegiada y mil veces bendecida, por la vida que me ha tocado. Ahora la veo y tengo que apagar. No soy capaz de alquimizar tal cantidad de sufrimientos y el ser humano me parece mezquino y aborrecible.

Me cansa la tele, me cansan los políticos, me cansan mis clientes que no hacen otra cosa que quejarse, me cansa la gente que cada vez esta mas cabreada y lo paga con mi coche, me cansan lo precios abusivos, me cansan mi banco y sus números rojos, me cansan mis musas ávidas de tiempo para ellas, me cansa el spam, la publicidad inútil y las ventanas emergentes, me cansan los vagos y los que hacen demasiado, me cansan los típicos listos, me cansan… uff que agotamiento.

Me miro al espejo y me digo: “sonríe, vamos sonríe”. Y solo veo una mueca tipo dentadura de caballo. Ginseng, jalea real, guaraná, vitamina c, gimnasio… necesito urgentemente parar esto. Por descartar algún problemilla físico y tener claro que son todo paranoias psicológicas mías, he ido a donar unas gotitas de sangre en pos de la ciencia. Cuando me llame el médico diciendo lo de siempre: “ya tengo los resultados tu ¿Cómo te sientes?”. Yo solo diré 3 palabras “CAN_SA_DA”.

Antes de ayer, mientras escribía esto, escuchaba lo del terremoto de China, cuando aun no sabemos bien que ha pasado en Birmania, Myanmar o como se llame. La tierra también se está cansando de nosotros.


Cuando llegué a casa encontré un mensajito de Circe, que la pobre no puede escribirnos comentarios en los blog en el que dice: “también hay que gastar más besos y abrazos y sonrisas”. Y de verdad que hoy lo he intentado pero solo me sale la sonrisilla caballar, algo es algo.

Mis truquillos para la crisis (I)

· Cambiar de emisora de radio. No hay nada mas agobiante, que nada mas despertar te acosen con lo mal que va el país. Que llegas a pensar, ¿para qué rayos vas a hacer el esfuerzo de salir de la cama, si tu empleo tiene los días contados y lo que comas hoy valdrá el doble que ayer? Nada, orejas que no oyen, corazón que no se preocupa. ¿Qué llegas tarde a trabajar por que no sabías el atasco por accidente en la circunvalación? Ah, ah, ah, dile a tu jefe que mejor eso, que una baja de meses por depresión o infarto.

· Los puntos. En vez de perderlos en el carné de conducir, colecciónalos. Recojo todos los cupones, vales, puntos, tiques, sellos o lo que sea que caen en mis manos. Voy siempre al mismo súper, porque me devuelven un porcentaje en descuentos por repetidora. Cuando voy a comer por trabajo fuera, elijo un restaurante en el que me sellan una tarjeta y a la sexta me sale la comida gratis. Siempre lleno el deposito en la misma cadena de gasolineras, porque con su tarjeta tengo litros de mas gratis. Así sin rebajar calidad he conseguido hacer magia y estiraaaaaaaaaaar los euros. o sea, de la lluvia.

· El gratis life. Aprovecha, abusa, usa los servicios gratuitos. He empezado a sacar libros de la biblioteca publica, cobrar el paro, buscar cursos gratuitos, pedir recetas al medico para todo, solicitar subvenciones, etc. Hay un extenso, maravilloso y desconocido mundo gratuito a nuestras a manos. Explorémoslo.

· Aumentar el gasto. Si, si, como suena. Gastar mas en algunas cosas ahorra mucho. Por ejemplo ir caminando al máximo de lugares posibles. Gasto más en suelas de zapatos (soy incondicional, todos los meses al zapatero), pero ahorro dinerito en combustible y una pasta en gimnasio. Las cuentas salen.



Continuará… (continuará, a medida que las cosas vayan a peor, vamos que tendremos capítulos para rato).

Aaaay los niños...

Cruzaba un parque, entretenida como siempre en mis pensamientos. Muchos niños jugaban por doquier. Cuando un microbio lloroso se aferró a mi pierna.
- Me he perdido, me he perdido- sollozaba.
Me dio pena lo cogí en brazos, le sequé las lagrimas y le pregunté por su mamá.
- No, Mamá no, buuuaaaaaaaaaaa - ¿Papá? ¿Estabas con Papá?
- No, buuuaaaaaaaa – y más lagrimas.
- ¿Con quien estás entonces?
- Con mi “Tiíto”, buuuaaaaaaaaaa
- ¿Y como te llamas?
- Miguel, buuuuaaaaaaaaaaa
- Pues bien Miguel vamos a buscar a tu tío. – (Pedazo de incompetente) - ¿Cómo se llama tu tiío? Me miró como si fuera tonta.
- ¡Tiíto! Y se ha perdido, buuuaaaaaaaaaa.
- A ver Miguel tranquilidad, no llores y vamos a buscar a tu “tiíto”. ¿Dónde estabais? ¿Jugando en el parque?
- Siiii, jugando a esconderse.
(Menudo tío irresponsable perder al niño jugando al escondite)
- Vamos a dar una vuelta, ¿vale? Tranquilo, que lo vamos a encontrar, y cuando aparezca, si el “tiíto” nos deja, nos tomamos y un helado.
Por primera vez vi una sonrisa en aquella carita triste. No podía tener más que 4 años. Empezamos a dar vueltas por parque y pareció olvidarse por momentos de la perdida.
- Mira aquí me escondí yo, allí el “Tiíto” pero lo vi enseguida y gané.
- ¡¡¡Migueeeeeeel!!! - Escuché a mis espaldas. Me giré y vi a un chico con la cara desencajada. El niño en vez de saltar corriendo a los brazos de su tío, me dio un abrazo fuerte y batiendo palmas, reía. - ¡Es el!, ¡es el!
El tío era un chico joven, bastante guapo la verdad. Venía corriendo y nos abrazó emocionadamente. Con tanta fuerza que me hizo crujir los huesos.
- Gracias, muchas gracias – repetía – perdona estábamos jugando al escondite y se me perdió. Si se entera mi hermano no me lo deja más.
No podía evitar reírme ante un “tiíto” tan patoso.
- La chica me ha dicho, que me invitaba a un helado, ¿me dejas, me dejas, tiíto, me dejas?
- Tiíto déjaleeee – dije yo poniendo morritos.
- Bueno pero luego no se lo digas a tu madre. Mil gracias otra vez.
Miguel me cogió de la mano y me arrastraba hacia la heladería.
- ¿Así que te llamas Miguel?
- Si, y como te llamas tu?
- Íncara
- ¿Íncara? – preguntó el tío.
- Si, Íncara
- Que bonito – sonrió – encantado Íncara. Yo soy…
- ¿Tiíto? – interrumpí.
- Jajajaja, si, eso también, pero me llamo Edu.
- Edu tienes que aprender a jugar bien al escondite, jajajaja.
- Que graciosa.
- ¿Sabes jugar? – preguntó el niño.
- Si, y creo que me mejor que tu tío, jajajaja
- Que graciosa es la chica- dijo Edu.
Ya con nuestros helados volvimos al parque. Miguel jugaba a esconderse y yo lo descubría. Tenía que irme. Los dos arrugaron la cara.
- Miguel – dijo Edu - ¿Por qué no le pides el teléfono a Íncara, para llamarla el próximo día que venga a jugar con nosotros?
- Si, si, si – se entusiasmo el niño. Me miraba con su carita suplicante.
- Bueno… esta bien – saqué un bolígrafo y en una servilleta de los helados, escribí: “Para jugar al escondite hay que cerrar un ojo y abrir el otro. Besos para Miguel”.
Doblé la servilleta y la metí en el bolsillo del pantalón del niño, y me despedí.
- Gracias mil otra vez – dijo Edu – y te llamaré – dijo con un guiño cómplice.
Me alejé casi arrepentida de no haberle dado mi número. Todavía los oía.
- Miguel, ¿me das el papel?
- No tiíto, esta no.
- ¿Cómo que no?
- Tú te quedas con todas. Esta chica me gusta, para mí, a esta la voy a llamar yo.