El cristal con que se mira

Hacía mucho tiempo que no iba a visitar a mi abuela, y mi padre en vez de decirle que iba al día siguiente, le dijo yo le daría una sorpresa. Así que el susto que se llevó cuando me vio en la puerta fue tremendo. Tanto, que creí que le daba un pallá. Estuvimos poniéndonos al día, las cosas de familia, el trabajo, los novios (los de mi abuela, por supuesto), y yo una y otra vez desmintiendo que no, que no tenía novio. Así que me pasé el fin de semana insistiendo en que viniera en navidad y ella insistiendo en que yo no le contaba nada. Tanto insistía ella, que ya me empecé a mosquear.
- Pero vamos a ver… llevamos todo el fin de semana hablando… te he contado todo… ¿Qué es lo que quieres que te cuente, para que no me digas mas que no te cuento nada? ¿Que es lo que pasa?
- Bueno es que cuando llamó tu padre y me dijo que me darías una sorpresa, pues mis amigas y yo llegamos a la conclusión que era, que te ibas a casar y vendrías a presentarme al chico…
Pues eso, como me dices que no tienes novio, eso que me cuentas no es nada
- ¿Ein?
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El sindrome navideño

He comprobado estos días un fenómeno social muy curioso. A falta de un estudio fiable y homologado he decidido bautizarlo como el síndrome navideño.

Resulta que antes de que acaben las fiestas y el fin de año, hay que quedar a tomar algo con todo el mundo. Da igual que haga 9 meses que no ves a nadie o lo hayas visto ayer. Hay que quedar antes de navidad. Debido a mi tipo de trabajo el síndrome se acentúa aun más. Aun encima suele ser una época en la que no solemos tener mucho tiempo libre. ¿Además a que tanta prisa? ¿El día 31 a las 12 se convierten todos en calabazas? Lo reconozco, he sido duramente atacada por este síndrome y llevo una semana de vértigo. Para que luego algún desaprensivo diga que tengo poca vida social. Para colmo me voy de vacaciones. - ¿nos vemos antes de que te vayas no?- Que estrés! Aun me quedáis muchos ¿y si luego os convertís en calabazas que? O cafés, o por chat, pero no os libráis nadie ¡Hasta antes de navidad!

Modo Single On

Ayer nada mas llegar a mi casa, me lancé cual hiena hambrienta, sobre un trozo de pan que recordaba tener por ahí perdido. Mientras lo roía (debido a la dureza del mismo, no se podía realizar otra actividad con el, además de apalear maleantes) me llamó mi madre con esas típicas y cariñosas llamadas de madre. ¿Qué horas de llegar a casa?, ¿ya cenaste?, ¿comes bien?, no te acuestes tarde. Yo con la boca como llena de arena contestaba monosílabos. – ¿Pero que estas comiendo? – un trozo de pan que encontré por ahí. A mi madre se le cambia la voz radical y me dice con pena. – pero hija por Dios, no te compras ni pan, cómprate panecillos por lo menos, así comes de todo. Me da la risa. Lluvia de migas. Pienso en mis comidas “variadas” desde que tengo trabajo nuevo. Casi todas mis comidas mal-como fuera de casa, y debido a los horarios estoy muchas horas sin probar bocado, entre una comida y la siguiente. Con lo que a la cena no le hago miramientos a nada. Por ejemplo hace semanas tuve unos invitados, como sabía que una de las personas solo comía plátanos de fruta, compré unos cuantos. Resultó que las visitas venían con el pan bajo el brazo (y plátanos por supuesto). Me pasé la semana siguiente después de su marcha, comiendo tantos plátanos al día como un mono. Del último viaje al pueblo de mi madre, hice acopio de jamón y melocotones en cantidades masivas. Llevo 15 días comiendo melocotones y me quedan para otros tantos, pero no se si lo que acabare comiendo sean orejones.