Cuidad Salvaje, Cuidad sin Ley.

Solo diré a mi favor que antes yo no era así, que es esta ciudad que esta descontrolada.
Cuando sabes con certeza que algo malo te van a hacer, que sabes que no tienen razón, el saberlo con certeza no suaviza el hecho. Así que en el momento que sabes que, por fin, ya lo han hecho, vives con la psicosis de encontrártelo el buzón, hoy, mañana o pasado. Y que el hecho de que no tengan razón, no exime de que te p……… y tengas que contratar profesionales para demostrar tu inocencia. Me consuelo pensando en los post jugosos que se avecinan.

En estos pensamientos andaba yo, a nadie le gusta meterse en juzgados, parada en doble fila, esperando a alguien, cuando me hizo sándwich un autobús. Me cabreé como no, pero por puro sentido práctico intente centrarme en cubrir bien el parte para que la autobusera no se me diera a la fuga. Una vez terminado el episodio aparqué justo delante la cafetería a donde me dirigía. Allí delante del café trataba de concentrarme en la conversación y olvidar el incidente, cuando justo el coche delante al mío, desaparcando embistió mi coche (nada del típico aparcamiento por sonido, embestida en toda regla).

Y tenía que pasar…

Una bola de fuego humana se levantó gritando a los cuatros vientos, cosas que no pondré aquí. Por suerte para la desaparcadora no le hizo nada a mi coche, porque no se lo que hubiera pasado. Le grite a gusto y le dije que se fuera. Volví a dentro, toda la cafetería y la calle me miraban y me escondí en el baño. Conté hasta diez…, volví a contar… volví a contar… otra vez… conté hasta cien, me sequé las lágrimas y salí. Me senté y nadie decía nada, solo dije:

- Soy un ogro, lo sé.

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