Señores han creado un monstruo

Sobre mi anterior trabajo escribí mucho. Líneas y líneas, sobre mis cabreos, las imbecilidades de mis jefes y las trampas de mis compañeros. Después me tomé 3 meses de respiro. En septiembre tras comparar a conciencia me puse a trabajar de nuevo. En estos 6 meses, apenas he abierto la boca sobre el tema, como mucho alguno os habréis dado cuenta que es algo en lo que voy por muchos sitios (“oficinas" ) y gracias a él conocí en persona a caperucita. Bien, pues no es que vaya todo sobre ruedas y sea el trabajo de mi vida o me este forrando, o que mi jefe sea asiduo de Internet y tenga miedo a ser descubierta. Nada de eso. Se conoce como el síndrome del “quemado” y cuando uno esta “quemado” no tiene ganas de hablar del tema.
Pero 6 meses son muchos meses, acumulo demasiadas gilipolleces en mis ojos y oídos, y como estudio sociológico no tiene precio.Pero para no liar empezare por el principio.
He de confesar que me vendieron la moto. O me dejé comprar más bien. En qué trabajo, es igual. Esta empresa podía ser de transportes y yo camionera, que con semejante plantilla directiva el resultado sería el mismo. Pero el sueldo fijo era más que boyante y las comisiones sonaban a fábula. Y como no tenía intención de ir por amor al arte… acepté. Aquello de “la empresa no asume tus gastos” parecía ridículo ante aquellos posibles números. Yo buscaba estabilidad, buen ambiente y dinerito. Bien, ya el primer mes los gastos “sin importancia” se llevaron el 25% de mi sueldo. A estas alturas los gastos alcanzan el 30%. Por su puesto en nomina real, figura que no soy ni 700 eurista. Y no he visto ni un asola comisión, porque no se ha firmado ninguna de las operaciones que he llevado. Pero me han renovado contrato. Y decidme en que trabajo te renuevan aunque no cierres ventas, en el mío solo en el mío.Como va siendo habitual en mis últimos trabajos tengo 2 jefes, uno con el que me llevo bien y otro un imbécil de campeonato. Por desgracia siempre este último es el gerente. En este caso de regalo hay además un hijo del gerente, que sufre en silencio sin saberlo los motes de metepatas, pelo pincho o el preferido de mi jefe el enano saltarín.
Yo he sido siempre la típica pringada. Que hacía su trabajo más el del jefe estresado o el de algún compañero por solidaridad. He llegado a tener mas de dos trabajos simultáneos, a hacer muchas horas de más gratis voluntariamente. Lo dicho, currante pringada. Aquí no puedo. Tengo un trabajo de “campo” y el resto de compañeros de “oficina”. Es el primer trabajo en que no toco un ordenador. El ritmo de posteo se ha resentido bastante en estos últimos meses con lo adicta que era yo a mis nueve horas diarias de Messenger. A principio hacía mis “rutas” a visitar a toda prisa, no me entretenía a hablar mucho con los clientes. Acababa pronto y me iba pronto a casa. Poco a poco los clientes te empiezan a conocer y a coger cariño (el sector esta de baja y se aburren una barbaridad) y las charlas en las visitas se alargaban.
Pero sobretodo mis jefes. El mas inmediato según el, me enseña a tomarme las cosas con calma (ósea ir a tomar cafés de duración indeterminada). Si ya da satisfacción poner a caldo a tu jefe con los compañeros, no veas, cuando tu inmediato superior se ensaña con él todavía mas que tu. A principio yo refunfuñaba porque todavía me quedaban visitas que cumplir, “ya las haces otro día” me decía. Ahora ya controlamos todas las cafeterías discretas en las que trabajamos duramente. Cuando empecé a llevar las primeras operaciones, en seguida comprobé de qué pasta estaba hecha la empresa. Entre el gerente, su hijo, su hija (la familia que trabaja unida, atontece unida) y la otra chica de la oficina, me tiraban todas las operaciones al traste. Bronca mediante porque yo no hacía ventas, con amenaza de expulsión incluida. Total para que, lo que yo llevaba, venia de vuelta.
Ahora ya me conocen los clientes y no tengo que ir tan a menudo a comerles la cabeza.
Una compañera se ha sumado al trabajo de campo y hace coincidir sus citas en las zonas y días en que trabajo yo…
Mis amigos también han fichado los días y zonas donde trabajo…
Algunos clientes van a comer conmigo, a tomar algo al acabar…
Así que unos, otros, un poco de allí, un poco de allá, el día que me toca un pueblo en el fin del mundo, vale. Pero cuando toca cerca de casa…

Por ejemplo, un martes tipo:
09:00 Oficina (repaso a operaciones en trámite y rendición de cuentas)
09:45 Salimos de la oficina (en el ascensor mi jefe hace gestitos con el dedo corazón e imitaciones burlescas de la familia.) Como es pronto y no abren hasta las 10, vamos a desayunar.
09:50 café en la cafetería al lado de donde aparco, escondidita y a la otra punta de donde aparca el gerente. Llamadas y llamadas. Nunca, repito, nunca salimos antes de las
10:5011:00 / 11:30 Caperucita casi siempre se ha dejado el móvil o si lo lleva ya me ha llamado a las 10:30 para confirmar. Zentolo amenaza con transcribir nuestras conversaciones al blog y nosotras le animamos a que lo haga.
12:00 (si, si las doce) Dejo a Caperucita delante de su ofi y yo voy corriendo a hacer visitas, porque en un rato llamará mi jefe para escaparse de la ofi y venirse con disculpa oficial conmigo. Llamadas, llamadas, llamadas. Saludar a conocidos por la calle. Llamadas.
13:00 Cita en alguna cafetería no transitada. Escucho a carcajada limpia las barbaridades verbales que ha sufrido mi jefe. Sms, debajo de la mesa para quedarme a comer en la cuidad y no ir a mi casa.
16:00 visitas a correr (misión imposible los clientes te conocen y quieren charlar).
18:00? / 18:30? / 19:00?... quien sabe… 3º café con mi jefe (4º,5º,6º del día) llamadas, llamadas, llamadas. Aparece algún compañero de los que trabajamos de campo (somos 3) y se une.
19:30 ni me muevo, algún amigo dice que viene para acá en cuanto desaparezca mi jefe….

Señores han creado un monstruo…

Este post ha quedado obsoleto, por el simple hecho de que mañana me quedo en el paro. Lo que mi jefe no sabe, es lo que voy a hacer en el paro…

Je je je je je
Ja ja ja ja ja
Ha ha ha ha ha
Uah ha ha ha haC
of! cof! cof!
aiiiinnnnnnnnnn

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