Íncara expulsada del paraíso...

Hace más de dos años, Íncara sintió, que su vida como la conocía hasta entonces, se había derrumbado.

Tenía dos opciones; deprimirse, resignarse y morir; o recomponerse, coger sus bártulos y ponerse a caminar.

Optó, por cambiar de trabajo, de casa y apuntarse a meetic. (pero es otra historia que contaré otro día). Vamos, que opté por seguir adelante en las nuevas condiciones.

En estos 2 años he aprendido cosas que jamás hubiera imaginado. Aprendí a no cortarme las venas cada vez que cometía un error.

A reconocer errores cometidos en el pasado y que pasaron desapercibidos.

A que no todo lo que hago, lo hago mal.

Aprendí a buscar también las cosas que hacía bien y no solo las que hacía mal.

Que no todo era blanco o negro. Que había varios tonos de blanco y varios de negro, y sobre todo gris, mucho gris.

A que se podían dormir más de 10 horas, más más.

A que se podía, no dormir una noche y seguir viviendo, sin conducir maquinaria pesada, claro.

Aprendí a buscar pequeñas cosas que me hicieran reír.

A llorar menos.

A no dormir.

A mirar mas allá a los ojos de las personas, a escuchar lo que no dicen. A quererlas.

A valorar lo que perdí.

A intentar por todos los medios que haga más mella lo bueno que lo malo.

Aprendí que se sigue queriendo a las personas, aunque te hagan mucho daño.

A disfrutar de sentirme en medio de una ciudad, sin tener nada específico que hacer.

A que tiempo gastado en estar al aire y al sol, era tiempo invertido.

A que soy capaz de hacer reír a los demás.

A que las decisiones no se toman “para ayer”.

Aprendí a no tener vergüenza de sentarme sola en una cafetería sin prisa, sin hacer nada, sin sentir que todos me miraban diciendo “esta sola, menudo bicho que debe de ser”.

A que hay gente que también es feliz con mucho menos que yo. Que también los hay con más que lo que yo necesito para serlo y sin embargo son infelices. Y no me refiero a cosas materiales.

Y que hay quien, ya se siente feliz, por solo estar a mi lado. Y esto es una gran responsabilidad.

Aprendí que era posible llegar muy tarde a casa y que no hubiera nadie preocupándose.

A contagiar mi buen humor y no contaminarme de enfados ajenos.

A que sacar el carácter era bueno.

A que la gente te mira raro cuando dices que eres de alguna forma feliz.

A no sentirse mal porque de alguna forma lo eres.

A que siempre se puede hacer mejor.

Aprendí que los paraísos son relativos y que no se puede considerar paraíso algo, por ser lo único conocido. Que hay muchos tipos de paraísos. Que no es necesario buscar incansablemente el propio paraíso. Que hay muchos momentos fantásticos entre los pequeños infiernos cotidianos.

Que hace más de dos años, Íncara sintió, que había sido expulsada del paraíso…

Pero de momento estaba equivocada.

No hay comentarios: