Aceptamos Messenger como animal de compañía

Desde que empecé el trabajo nuevo, poco a poco he ido sufriendo cada vez más insomnio. “La adaptación a la rutina”, me decía, “esto será solo el primer mes”. El tercer mes con la adaptación mas que adaptada, seguía igual. “Será de trastear en Internet por las noches, que me desvela”, pero tras una semana con el ordenador muerto, seguía igual, sin poder dormir y en estado comatoso por las mañanas. Probé todos los consejos de las voces amigas; que si hacer ejercicio para cansarme mucho, ver programas aburridos en la tele, contar ovejas, leer, ver películas por-no (las que por-no verlas te duermes como sea), leche caliente, tila, leche con colacao, baño relajante, etc. Excepto el martillazo en la cabeza para el que no tengo valor, probé todo y las múltiples combinaciones de las ideas. Hasta el punto de no saber ya, si estaba contando cartones de leche de oveja, tomando colacao con tila o haciendo ejercicios levantando la tele. Entonces llegó un viernes y una cena con los del trabajo. La despedida de dos compañeros que se van por propia voluntad, es una que cosa desanima mucho, por mucho que el jefe diga que a mí me va a ir bien. No soy de salir mucho y menos en plan discoteca, pero un día es un día, y si va el jefe hasta que no se vaya aquí nadie se mueve. El mejor momento de la noche cuando un compañero nos coló en el chiringuito de moda y el portero contestó a un tercero que protestaba. “Estoy dejando pasar primero a los clientes habituales. Yo, la primera vez que entraba en mi vida y por cierto la ultima. Cuando pregunté la hora por primera vez eran las seis, así que me di, por más que satisfecha por mi contribución al buen rollito laboral y me fui. Pese que uno de los mas animados insistía “¡Pero que dices! Aquí nos quedamos hasta que cierren.” Me pasé el sábado en un estado hiberno-comatoso, solo interrumpido por alguna llamada y por mi voz entre sueños “nunca más, nunca más”. Lo que me pregunto es como se puede tener resaca bebiendo solo el vino de la cena. No hay mal que por bien no venga, a las diez dormía como un bebé, en el sillón y me desperté a las ocho fresca y lozana, insomnio curado… si lo llego a saber antes… El domingo me estropeé la espalda con labores brico-domesticas y vuelta a las andadas… las tres y los ojos como platos. ¿Nadie tiene un poco de cloroformo?... Por los menos vuelvo a tener Internet, el Messenger aunque no se puede acariciar, hace compañía y de vez en cuando dice frases inteligentes.

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