Los clientes-beso

Si alguien ha leído o seguido, un poco, lo que escribo aquí, habrá deducido fácilmente que trabajo en algo de ventas. Algo raro, fijo, no? Por eso de que mis compañeros son los que venden, y yo también, pero no lo mismo. Por la integridad moral de mis jefes, compañeros y sobre todo por mi integridad física, omito especificaciones. Pero si habéis estado atentos seguro sabéis hasta que vendemos. La cuestión es que trabajo con clientes. Es muy difícil ser cliente. Yo, lo entiendo. Nadie nace sabiendo. No es fácil muchas veces tomar decisiones. Hay demasiada oferta. El marketing es muy agresivo. Pero sobre todo es muy difícil comprar cuando uno no se deja vender.

Hay clientes de muchos tipos. El cliente-no es un cliente que a todo te dice que no, que no le gusta nada y que uno se pregunta que, si no quiere comprar ¿a que ha venido? El cliente-duda pregunta mucho, sobre todo, pero como no escucha, no le sirve de nada. El cliente-cachopan con este surgirán todo tipo imprevistos con su compra pero no protestará, bendito.

Pero los que mas me gustan son los clientes-beso. El cliente-beso es de sexo masculino y de edades diversas. Este cliente en cuanto me lo presentan mis compañeros, se sienta sonriente en mi mesa. Mientras voy explicando el sonríe. Se le ve muy feliz (de lo que me alegro mucho). No hace casi preguntas, pero a todo asiente con la cabeza, incluso alguno sigue los movimientos de mis brazos, tipo aspas de molino. Ante dos rumbos que tome la conversación siempre elige el que tiene la explicación mas larga. Tengo la impresión de que no se esta enterando de lo que le estoy explicando. Pero se le ve tan feliz que me da penilla cortarle el rollo. Así cuando me canso de dar explicaciones circulares, corto la conversación y fuerzo la despedida. Mis compañeros se despiden con el habitual apretón de manos. Entonces es cuando sale el verdadero espíritu del cliente-beso. Cuando yo hago intención de aproximarme, se acerca rápidamente y me estampa dos besos como dos sellos. Mis compañeros se ríen por lo bajini. Yo me pongo roja porque siempre me pilla desprevenida. El cliente-beso se marcha. Y yo me quedo con el convencimiento de que no se ha enterado de la mitad. Es mas si al final compra deberé explicárselo todo otra vez. Pero si tuviera cola como los perros se que iría balanceándola de lado a lado alegremente. No soy ninguna superwoman, solo trato de ser educada y amable.

Me gustan los clientes-beso. Se cuentan con los dedos. Da igual sean abuelitos o chicos jóvenes y guapos. Es que suben mucho la moral. Gracias!

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