Meteorología Domestica (1ª parte)

Las descubrí a la vuelta del trabajo, un día de esos en que se llega fresco y descansado, después de ocho horas dejándose los ojos en la pantalla de un ordenador. (vale…si…un porcentaje de tiempo elevado chateando, pero mirando para la pantalla no?). Bueno que eran las nueve cuando llegue y pases como pases el día, no apetece encontrarse trabajos sorpresa en casa.
Medio centímetro de agua en el suelo, no es muy alto, pero cuando empezamos a multiplicar por metros cuadrados de suelo, ya es mas grave. Llovía, si, si, fuera también, pero llovía dentro de casa. En concreto en el salón (precioso el parket acuático), cocina (aquí era unichorro como esas figuritas de niños meones de las fuentes, surgía de la lámpara) y cuarto multiusos (resumidamente aquí dentro llovía encima de todos los trastos).
Así que utilice todos los periódicos hallados por casa para secado urgente, fregona para secado ultra, y por ultimo tuppers para contener el manantial. Parecía un campo minado, no se podían dar dos pasos sin volcar un cacharro, así que durante dos días me dedique a pasear con la fregona, podía haberle puesto unos pantalones por darle algo de romanticismo.
Entonces dejó de llover fuera y al cabo de unas horas bajó el ritmo de la lluvia doméstica, pero no ceso del todo.
Mi casa no es mía, vamos, es mi casa, porque vivo allí, allí me llegan todas las cartas y allí me buscarían los bancos si dejo de pagar. Pero mi casa tiene casera. Una mujer ágil y ligera como una elefanta. Así que mandó a su hijo, este espécimen daría mucho que hablar por si solo, lo explicare entretenidamente otro día mas adelante. El espécimen se subió al tejado en plan inspección. Agradezco profundamente que fuera él. Con su madre arriba, aparte de paraguas, necesitaría casco dentro de casa, en prevención de desprendimientos.
Las labores de peritación técnica dieron como resultado, la necesidad de trabajos de jardinería. Durante la mañana vi caer proyectiles del cielo hacia mi ropa tendida y en el jardín. No sabía que tenía un tejado tan ecológico, aquello era un vergel. Un tejado tan bien reforestado debía ser un bien medioambiental. Así que cogí lastima por los helechos y malas hierbas voladores.
Durante los días siguientes no llovió, ni fuera ni dentro. Recogí el campo de batalla, pero debajo de las zonas de riesgo no volví a colocar nada, intuición personal.
Y me fui de viaje, tanto stress domestico se merecía unas vacaciones secas.
Cuando uno se va de vacaciones debería desconectar del mundo, por su propio bien. A mí no me servía de nada ver como a metros de mi casa el agua arrastraba coches. Me imagine mi casa con el agua hasta las orejas, y las riadas del techo llevándose lavadoras, congeladores y camas, ventana abajo. Lamente mucho no haber puesto mis plantas debajo de la zona cero, así estarían regadas y lozanas a la vuelta.
Entonces recordé, la limpieza vegetal del tejado y me tranquilice. El informe técnico era lo que había decidido. No había nada que temer. Desconocía la relación que podría tener la limpieza del tejado con el cese de la meteorología domestica, pero con aquella exhaustiva limpieza forestal no había nada que temer. (…Continuará)

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