La EXPO del cabreo, la pulmonía y los hongos en los pies.

No he dejado el blog que nadie se preocupe, como últimamente se cierran tantos blogs, por si alguien lo había pensado. Resulta que donde me he escondido estos días han cerrado el ciber y ni ver el correo he podido. Necesitaba tomar distancia, aire e impulso, para lo que me espera.




Entre los días de mi desaparición reservé un par, para lo que parece ser la meca vacacional de este verano, la Expo Zaragoza 2008.
¿Como resumir las 2 visitas que hice?, ¿como resumir tropecientos pabellones, tanta cola, tanto audiovisual?. Para variar empezare por el final. Cuando sales de la Expo, sales deprimido, agobiado, angustiado. Porque parece que la culpa del desastre climático y de la contaminación es nuestra, del ciudadano de a pie. Y no señores míos lo gordo lo que hace falta, nosotros ni lo olemos, a quien deberían ir todos esos mensajes concienciadores ni los verán ni les importan lo mas mínimo. Nosotros podemos, separar la basura, usar menos agua, son solo pequeñas cosas, pero no podemos elegir como abastecernos de electricidad, prohibir que las industrias viertan residuos, etc. Además que no hay país que no diga que son muy ecológicos, eficientes con el agua, avanzados en tecnologías limpias, vamos que uno se pregunta como es que hay tanta contaminación y miseria si todos están aportando tantas soluciones. Será que los que contaminan son Estados Unidos, Canadá y Australia que son los únicos que no tienen pabellón en Zaragoza. Desde luego no salí mas concienciada que antes, porque yo ya venía de casa, es mas pienso que les quedan muchos puntos sin tocar. Dudo mucho que nadie después de la Expo, cambie mucho su actitud, reciclaran mas?, se compran coche eléctricos? Lo dudo. Como mucho sales mucho mas preocupado si cabe, porque ves que saben realmente lo que nos espera y no hacen nada más que seguir llenando arcas. Y es que hay que predicar con el ejemplo, mucho cartel de “Agua accesible para todos y no despilfarrar” pero las botellitas de agua pequeñas a un euro y medio, y las de agua con azúcar (refrescos) a dos y medio. Bueno ahora que me he desahogado, empezaré por el principio.



Los edificios están muy bien, pero sabiendo que tiraran la mayoría al acabar, da sensación de despilfarro. Como tuvimos la misma idea que todo el mundo, nos toco hacer cola en todo. “Que seguro que la final no hay gente que ya lo habrán visto todo” … Ay que ilusos que fuimos. Menudos cabreos, la gente tiene mucho morro, se trata de colar en tus mismas narices. Una vez pues ni dices nada, pero cuando al cabo del día has hecho mas de 5 horas de colas en diferentes sitios, no pasas una, todo el mundo va con cara de pocos amigos, enseguida saltan chispas. Aun así a última hora de la tarde aun quedan “listos” que tratan de colarse. Veréis, veréis… Cola en un kiosco, acompañante y yo, estamos en quinta posición, detrás unas quince personas mas. Queremos un helado. Se acerca una señora, adelanta a toda la fila, se pone en una caja que estaba cerrada y le pregunta al chico que estaba atendiendo a los primeros de mi fila, “Me puedes poner dos cervezas”. El chico con santa paciencia le dice que esa caja esta cerrada. Entonces la señora pone cara de asco, nos mira con desprecio y dice “Y tengo que hacer toda esa colaaaa”. Una que ya estaba al borde va y le suelta bien alto “ ¿Qué se cree, que hacemos cola por gusto?”. Todas las miradas se clavaron en mi, diciendo “Eso, eso, para atrás, al final”.
Por donde si se veía mucho ahorro era en la luz, vamos que todo a oscuras, coloreados de leeds multicolores. Los suelos negros, las paredes negras y aquellas tenues lucecitas como estrellitas del cielo. Como decía mi tío “esto es pa’matarse”.
Calor, calor, mucho calor, gente, muchísima gente, agua muchísima agua, microbios muchos microbios. Todos los pabellones tan originales poniendo una especie lluvia que caía con forma de letras o dibujos, los 3 primeros graciosos el resto ya aburría, el que no tenia la lluvia, tenia el suelo minado con charquitos o riachuelos de agua, que unidos a la falta de luz eran trampas mortales para los abuelitos que caían en ellas como moscas en la miel. Si no tenía ni lluvia, ni charco, ni cascada, el pabellón tenía entonces unos pulverizadores de agua en gotas microscópicas, para demostrar alguna idea macabra de genial diseñador del sarao. Treintaitantos grados, 90% de humedad, legionella campando a sus anchas, deberían dar las estadísticas de todos los que salieron de allí con pulmo, neumo, o cualquier –ía respiratoria. Yo me vine con un principio de mi querida amigdalitis.



Por no extenderme mas solo contar que con tanto calor y el agua tan cara, y pocas fuentes publicas en el recinto. Como si de un ganges de tratase, todo el mundo metía sus piececillos en las cascadas y estanques que rodeaban los recintos. Que en todos ponía no nadar, pero aquello era un festival de pantalones y faldas arremangados, juanetes en remojo, críos hasta el cuello salpicando. Yo vi a alguno en calzoncillos, os lo aseguro. Precioso cultivo de hongos piediles.



La expo del agua…; el agua es vida; vida es microbios; los microbios atacan gente; gente?… uff mucha gente; mucha gente, gente masificada; masificación es cabreo fijo; el cabreo lleva a la ira; la ira al lado oscuro… mmm ya dije que estaba todo a oscuras no?



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