Modo Single On

Ayer nada mas llegar a mi casa, me lancé cual hiena hambrienta, sobre un trozo de pan que recordaba tener por ahí perdido. Mientras lo roía (debido a la dureza del mismo, no se podía realizar otra actividad con el, además de apalear maleantes) me llamó mi madre con esas típicas y cariñosas llamadas de madre. ¿Qué horas de llegar a casa?, ¿ya cenaste?, ¿comes bien?, no te acuestes tarde. Yo con la boca como llena de arena contestaba monosílabos. – ¿Pero que estas comiendo? – un trozo de pan que encontré por ahí. A mi madre se le cambia la voz radical y me dice con pena. – pero hija por Dios, no te compras ni pan, cómprate panecillos por lo menos, así comes de todo. Me da la risa. Lluvia de migas. Pienso en mis comidas “variadas” desde que tengo trabajo nuevo. Casi todas mis comidas mal-como fuera de casa, y debido a los horarios estoy muchas horas sin probar bocado, entre una comida y la siguiente. Con lo que a la cena no le hago miramientos a nada. Por ejemplo hace semanas tuve unos invitados, como sabía que una de las personas solo comía plátanos de fruta, compré unos cuantos. Resultó que las visitas venían con el pan bajo el brazo (y plátanos por supuesto). Me pasé la semana siguiente después de su marcha, comiendo tantos plátanos al día como un mono. Del último viaje al pueblo de mi madre, hice acopio de jamón y melocotones en cantidades masivas. Llevo 15 días comiendo melocotones y me quedan para otros tantos, pero no se si lo que acabare comiendo sean orejones.



No hay comentarios: