Los problemas son como los granos.

Si tienes un grano que te pica, toda tu mente se centra en el por unos momentos. Lo rascas y listo, no vuelves a pensar en el. Si no te lo puedes rascar en el momento la molestia dura más, como los problemas que no puedes solucionar al momento. Si tienes varios, parece que la mente se dispersa y pican menos. Tu mente esta me pica el codo, no, la rodilla, no, la espalada, no, la mano.

Hay varios tipos de granos, como los de la frente, esos que ven los demás y tú no, o los de las zonas menos accesibles como los de las plantas de los pies. Que nadie los ve pero tú sabes que están ahí haciéndote la vida imposible. Los granos como los problemas, con rascarse o echar el remedio correspondiente se solucionan.

La cosa se complica cuando el grano perdura más de lo normal. Empieza a preocuparnos. Le damos mil vueltas, que será, porqué, y si hago así o hago asá. De esta forma un grano medianamente normal ocupa toda nuestra mente. Te levantas y piensas en el grano, te acuestas y piensas en el grano, comiendo… el grano, saltando…el grano. El grano!, el grano!, el grano!.
El grano se vuelve protagonista de toda tu vida, piensas en el, hablas de el y todo lo que haces se ve coaccionado por su existencia. Y te dices: “pero si es solo es un grano, un insignificante grano, si me faltara una pierna, eso si que sería grave”.

Imaginemos que el grano estuviera por ejemplo en la cintura. Tienes una cita tu pareja, tu posible pareja, tu aventura o lo que sea. Y claro se lo dices: “oye, que tengo un grano imperecedero”. Y él o ella te mira con ternura, te dice que no pasa nada, que no importa. Te mira con dulzura y piensas… “mier…coles, pu…nzante grano!, ya le estoy dando pena”.
Pese a todo la noche fluye. Tu ahí concomiéndote, si me toca, si me pone la mano en la cintura va a notar el grano, qué hago, qué hago, ¿se la bajo directamente mas abajo? Que una cosa es saber de su existencia y otra verlo en todo su esplendor. Y estas tan abstraído pensando en el grano, que tu pareja se mosquea y te suelta: “Cari, ¿estas aquí o en el grano?".

Yo por mi parte, he decido acudir a la ayuda profesional. La primera sesión se resume en esto: “Hola me llamo Incara y ya no puedo con mas disimulo, hace 6 meses que tengo un grano en el…”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante... habiendo tantos remedios... pero bueno, peor sería un lunar en un lugar incomodo ;)

si así se ponen con el grano, imaginaros que es un lunar xD

Suerte Incara!!!

Petri dijo...

Deja de pensar en el y desaparece..
Bueno eso dicen en los correos esos tan filosoficos que llegan por correo..
un beso mi niña

Anónimo dijo...

Pues contando la solución que suelen
tener los granos, algunos fácil y otros a base de paciencia, pues eso, unos pasan y otros paciencia.
MarioNaois