Pelillos Sobaqueros

Pelillos sobaqueros o como ir a la playa sola y no aburrirse.

En un intervalo de mi trabajo (un intervalo de 5 horas) da tiempo a irse a la playa un buen rato. Prometo que solo buscaba paz y tranquilidad, estaba muerta de cansancio, del atracón de trabajo de estos días.
Creo que a la naturaleza la medida del botijo le pareció insuficiente, sino no me lo explico.
Tumbada tan ricamente en mi toalla, estaba mandando smses, con las piernas al sol y el resto bajo la sombrilla cuando de repente una ráfaga de viento asesina arrancó mi sombrilla de cuajo. Salió volando dando volteretas mortales a toda velocidad. Nunca había visto girar tan rápido una sombrilla. Yo corría detrás como una loca, pero la condenada me llevaba mucha ventaja. La gente gritaba. Cuando por fin, se clavó como una estaca en pecho de vampiro, en una toalla azul. Gracias a Dios vacía. Pedí disculpas a diestro y siniestro, mientras la gente hablaba por lo bajini.
Me giré imaginando el resto de sombrillas tiradas, torcidas o arrancadas como la mía. Pero ni se habían inmutado. Volví a mi toalla tratando de incrustar de nuevo la sombrilla en la arena como si de un martillo neumático se tratara. Miré hacia donde se había clavado la sombrilla. Al lado ví dos caras que me eran familiares… De repente caí en la cuenta de que eran un exjefe y su novia, uno que tubo problemas con la Seguridad Social por tenerme sin contrato… sentí las nauseas ante la visión de la especie de tanga que llevaba.
Deseé transmutarme en arena para que la gente dejara de mirarme.
Al cabo de un rato calculé que la gente ya se habría olvidado de mi incidente. Fuí a mojarme los pies en el agua. Como iba arregladita para después volver a trabajar, no me quité ni las gafas de sol, con la intención de solo mojarme hasta la cintura. Sobre todo ni un agota del cuello para arriba. Que sino llegaría con unos pelos de miedo. Había un poquillo de oleaje así que yo quietecita en la orilla que esta vacía de gente. Todo el mundo en su toalla. Una ola me moja un pie…, otra la rodilla…, otra media pierna… “Huy esta que viene parece que salpicará mucho” pienso. Me pongo de espaldas a la ola para que no me moje la cara. De repente fui golpeada en la parte trasera de las rodillas, justo donde te hacen el jueguecito ese de tirarte y me desequilibré. Después fui engullida por el agua dando vueltas como una croqueta. Luchaba por sujetar las gafas que eran de las buenas. Aparecí sentada en de culo en la arena de espaldas al agua. La gente se reía mucho.
Volví humillada a mi toalla. Cerré la sombrilla para evitar un asesinato y puse una toalla encima para hacer peso. Para olvidarme me puse a escribir. A los 30 segundos, se hizo la sombra y algo me cubrió medio cuerpo y la cabeza. Hice una bola con la toalla que me acababa de caer encima y la tiré lejos con rabia. El de la toalla de detrás de mi se partía…
Yo hundía la cabeza en la toalla para que nadie oyera mis carcajadas.
Por la mañana antes de todo esto, me levante y al estirarme frente al espejo, me escandalicé ante mis axilas. Medio dormida me depilé urgentemente (casi me llevo hasta las cejas) mientras pensaba en la vergüenza de no haberme dado cuenta y que me hubieran visto así en la playa. Ahora creo que nadie hubiera tenido tiempo a fijarse.

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