Justicia Sartenera

Comentando con un amigo guardia civil, la posibilidad de que una banda de albano-kosovares entrara en mi casa, el me aconsejaba que aprendiera albanés, les recibiera con un plato de galletas, les diera el dinero y con suerte estarían en la calle en dos meses. Yo por supuesto me revelaba profundamente e insistía en que “las sartenes de mi casa se tomarían la justicia por su mango”, al ver como los hombrecitos verdes de nuestro país se sentían tan desamparados por ver el miedo que les provocan a los ladrones nuestras leyes.
La cuestión es que el otro día dándole la vuelta a una tortilla de patatas, se rompió el mango de la sartén, (dejándome sin mi arma anti-allanadores) y la parte redonda de la misma me cayó de canto en la muñeca, con los consiguientes golpe y quemadura. Tuvimos que comer un delicioso revuelto de patatas, con la mano vendada.
Me preocupa.
Si mi sartén se toma la justicia por su mango, me preocupa desconocer que le he hecho para semejante venganza. Porque aparte del golpe y quemadura, me deja indefensa. Estaba tan quemada que no he podido averiguar sus orígenes, por si fuera esa, alguna de sus razones.
Sigo muy preocupada. Tengo muchísimos cacharros en la cocina, muchos de ellos por duplicado. Cuando la hija prodiga (usease, yo) volvió a casa, se trajo sus cacharros culinarios. Ahora que he emancipado a mis padres y no se han llevado nada, los armarios de cocina están repletos de utensilios que se pueden tomar la justicia por sus mangos. (Cuchillos, tenedores, cazos, sartenes pequeñas, ralladores, peladores, batidoras,… la lista es muy larga).
La justicia es ciega… Tengo miedo.

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