Caperucita



Me sorprendí mucho, mucho el lunes cuando abrí el blog de Caperucita y vi mi nombre en titulo. Por supuesto que Íncara es un seudónimo, comparto mi nombre real con varios millones de mujeres, pero si pones “Incara” en google, resulta que casi todas las entradas principales se refieren a mí. A mí, escondida tras esa palabra, así que lo siento ya como mío. Leí el post de Cape tres veces seguidas, con los ojos como platos. Sorprendida y agradecida. Me pasé el día siguiente pensando en que debería escribir sobre ello. Esa misma noche me saltó una ventanita en el Messenger que decía: “Ahora tienes que escribir la segunda parte, contar como me conociste a mi”. Cumplo lo que prometo, así que ahí va:
Superwoman, o como conocí a Caperucita, o el día que perdí el anonimato bloguero.
1ª semana en el trabajo nuevo. Un listado de direcciones a visitar, subo a una oficina y me presento. Es curioso, pero la 1ª vez que vi a caperucita me dio la impresión de que la conocía de algo (ella todavía no había subido su foto a su blog). Aunque Caperucita ha puesto, que la segunda vez que fui le deje un comentario revelador, la verdad es que aun fui un par de veces antes de confesar que era yo, lo que pasa que yo solía hablar con el
Pimpollo. Hasta que en el corcho de la pared vi una fotocopia en blanco y negro. Una foto de una niña con una guitarra. Salí de allí dándole vueltas a la cabeza que rayos sería aquella foto, si era algo que “rulaba” en Internet y yo no estaba al día o si era una foto personal. Aquella noche me leí el blog de caperucita de cabo a rabo. Según sus frases textuales: “Mido 1,55 peso 62 kilos y mis medidas son 100 -80-100…. Si, las proporciones de un botijo, y ahí lo curioso, tengo una mirada que embruja y una sonrisa encantadora que unida a un buen escote ..pufff ¿quien necesita ser perfecta?” en el Chat decía que tenía 2 hijas y la descripción de sus compañeros de oficina, impagable. Casi todo encajaba. Todo, excepto que a la mujer a quien se refería todo esto no se le echan mas de treinta y menos, su hija parece su hermana y que todas las “botijo” del mundo pagarían por ser como ella.
No sabía que hacer, quizá ella era como yo, que llevaba en silencio el ser una bloguera compulsiva. Pero era demasiada la curiosidad. Así que me decidí, la próxima vez que la viera sola, confesaría. Pero siempre había mas gente en aquella oficina!!! Se lo conté a otro amigo bloguero. ¿Le sentaría mal que rompiera la intimidad del anonimato? Como por arte de magia ese día puso una foto en su blog. Y ya no había dudas y le deje un comentario indiscreto “Eres mas guapa al natural que en la foto, no sabes quien soy?”.
Así fue como conocí a una Caperucita superwoman, una especie de terremoto, que cuenta unas historias que te partes y me apunte al café de las 11:30, escapándome de extranjis de mi trabajo. Si ya contamos cosas terribles en nuestros blogs, imaginaros las historias del café de las 11:30, que no han pasado la censura del corrector ortográfico de Word. Si hasta mi jefe me dice que se quiere venir…

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